Regreso a lo fundamental
Por el Dr. Bob
Es gratificante
sentir que uno pertenece y tiene una parte personal definitiva en el trabajo de
una organización en desarrollo y espiritualmente próspera para la liberación de
la humanidad alcohólica de un aprisionamiento mortal. Para mí, existe doble
gratificación al darme cuenta de que, hace más de trece años, una Providencia
divina que sabe todo, cuyos caminos deben ser siempre misteriosos para nuestras
limitadas comprensiones, me llevó a «ver clara mi tarea» y contribuir con
decente humildad, como han contribuido tantos otros, con mi parte, guiando los
primeros trémulos pasos de la entonces infantil organización: Alcohólicos
Anónimos.
El día de hoy es
conveniente recrearnos en algo de retrospección referente a ciertos
fundamentos. Mucho se ha escrito, mucho se ha dicho acerca de los Doce Pasos de
AA. Estos principios de nuestra práctica y fe no se concretizaron de un día
para otro ni luego se les ofrecieron a nuestros miembros como un credo
oportunista. Nacidos de nuestros primeros intentos y muchas tribulaciones,
ellos fueron y son el resultado del deseo humilde y sincero, buscando, por
medio de la oración, la guía divina.
Tal como finalmente
se expresaron y se ofrecieron, son simples en lenguaje, claros en su
significado. También pueden ser trabajados por cualquier persona que tenga un
deseo sincero de obtener y mantener la sobriedad. Los resultados son la prueba.
Su simplicidad y forma práctica son tales que nunca han necesitado de
interpretaciones especiales ni mucho menos de restricciones. Y cada vez se ha
vuelto más claro que la calidad de la armonía en la vida que obtenemos es
directamente proporcional a la seriedad con que intentamos seguirlos,
literalmente, bajo guía divina dentro de lo mejor de nuestras capacidades.
Todavía no
necesitamos contraseñas en AA. No nos une ninguna doctrina teológica. Ninguno
de nosotros puede ser excomulgado ni lanzado a las oscuridades externas porque
tenemos muchas mentes dentro de nuestra organización y unos estatutos de AA,
sin frases como: «No harás...», que, desde luego, nos derramarían la bilis.
Echemos una mirada
a nuestras Doce Tradiciones. No son expresiones casuales, basadas solamente en
observaciones ligeras, por el contrario, ellas representan la suma de nuestra
experiencia como individuos, como grupos, dentro de AA y similarmente con
nuestros compañeros y otras organizaciones dentro de la gran fraternidad
humana, protegida por Dios a través del mundo. Todas ellas son sugeridas; sin
embargo, el espíritu con el que fueron concebidas amerita nuestra seria y
devota consideración para que las tomemos como una guía para el individuo, el
grupo y nuestros diferentes comités, locales y nacionales.
Hemos considerado
también como una política sabia no idealizar a los individuos. Obviamente esto
es sano. La mayoría de nosotros estará de acuerdo que cuando llegamos a la hora
decisiva de admitir nuestros errores y rendir nuestras vidas y voluntades a
Dios todopoderoso, tal como Lo concebimos, todavía teníamos escondidas algunas
ideas, justificaciones y excusas personales. Teníamos que deshacernos de ellas,
pero el ego del alcohólico no es fácil de destruir. Muchos de nosotros, debido
a nuestra actividad, hemos recibido alabanzas no solamente de nuestros
compañeros AA, sino de todo el mundo.
Seríamos realmente
desagradecidos si fuésemos groseros cuando eso pasara; aun así, nos es tan
fácil, probablemente de manera privada, llegar a ser vanidosos acerca de todo
esto. Sin embargo, el acomodarnos y ajustarnos una aureola no debe ser para
nosotros.
Todos hemos visto
al compañero recién llegado que mantiene su sobriedad algún tiempo,
principalmente debido al apadrinamiento. Luego, probablemente el padrino se
emborracha, y ya sabemos lo que suele suceder. Sin un sostén humano, el nuevo
compañero también se emborracha. Él ha estado ensalzando al individuo en lugar
de seguir el programa.
Ciertamente
necesitamos líderes, pero debemos considerarlos como los agentes humanos del
Poder superior y no admirarlos inmerecidamente como individuos. En esto no
podemos dejar de enfatizar los pasos Cuarto y Décimo: «Sin miedo hicimos un
minucioso inventario moral de nosotros mismos». «Continuamos haciendo nuestro
inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente».
Ahí se encuentra el antídoto perfecto para el envenenamiento por aureola de
santo.
Así es que el
anonimato, si tuviéramos una bandera, esa palabra sería nuestro símbolo, como
la rendición que el ego del individuo debe sufrir. Meditemos y grabemos en
nuestra mente todo su significado y de esta manera aprendamos a mantenernos
humildes, sencillos, siempre conscientes de que estamos eternamente bajo
dirección divina.
Alcohólicos
Anónimos se originó alrededor de una mesa de cocina en sus primeros días.
Muchos de los grupos pioneros y algunas de nuestras más productivas reuniones y
mejores planes han nacido alrededor de ese mueble modesto, con la cafetera
disponible en la estufa.
Cierto, hemos
progresado materialmente a mejores muebles y ambientes más cómodos. Sin embargo,
la mesa de la cocina siempre nos debe satisfacer. Es el símbolo perfecto de
la sencillez. En aa no tenemos gentes muy importantes ni tampoco los
necesitamos. Nuestra organización no necesita ni grandes títulos ni edificios
impresionantes. Así está planeada. Nos habla la experiencia cuando decimos que
la sencillez es básica para conservar nuestra sobriedad personal y para
ayudarle a aquellos que lo necesitan.
Nos hace mucho más
provecho comprender y practicar cabalmente el significado de «tu seguro servidor»,
que hacerle caso a algo como: «Con 60 000 miembros, ustedes deberían tener una
central administrativa de 60 pisos en Nueva York, con muchos especialistas para
ayudarles a dirigir sus asuntos». No necesitamos esto para nada, y que Dios nos
conceda el que aa se mantenga simple para siempre.
A través de los
años, hemos probado y desarrollado técnicas apropiadas a nuestro propósito. Son
completamente flexibles. Todos hemos visto y conocido milagros: la recuperación
de individuos destrozados, la reconstrucción de hogares deshechos. Y cada vez
ha sido el trabajo de Paso Doce, personal y constructivo, con una fe que
siempre mira hacia arriba, la que ha hecho esto posible.
En una organización
tan grande como la nuestra, es natural que hayamos tenido nuestra cuota de
aquellos que no logran cumplir con ciertos mínimos y obvios niveles de
conducta. Entre ellos se incluyen los que intrigan para obtener ganancias
personales, estafadores insignificantes, ladrones de diferentes tipos y otros
seres humanos defectuosos. Su número ha sido relativamente pequeño, mucho menor
al de muchas religiones y organizaciones de mejoramiento social. Sin embargo,
esto ha sido un problema y no ha sido fácil. Han hecho que muchos AA dejen de
pensar y trabajar constructivamente durante un tiempo.
No podemos olvidar
sus acciones; sin embargo, debemos conceder que después de haber actuado con
cautela y precaución normales al tratar con este tipo de casos, los podemos
dejar con tranquilidad en las manos de ese Poder superior. Déjenme reiterar que
nosotros, los AA, somos muchos hombres y mujeres que pensamos de muchas
maneras. Sería bueno para nosotros concentrarnos en la meta de nuestra
sobriedad personal y trabajo activo. Nosotros, como humanos y alcohólicos, al
hacer un inventario moral estricto, debemos confesar, al menos en una pequeña
cantidad, nuestro instinto de ser deshonesto. Difícilmente podemos atribuirnos
los papeles de jueces y verdugos.
¡Trece años! ¡El
haber sido parte de ello desde el comienzo, ha sido verdaderamente gratificante!