Me esfuerzo por aferrarme a la verdad de que un corazón lleno y agradecido no puede abrigar grandes presunciones. Rebosante de gratitud, el corazón tiene que latir con un amor que fluye hacia todo lo que nos rodea, la emoción más elevada que jamás podamos experimentar.
— COMO LO VE BILL, p. 37
Yo creo que nosotros en Alcohólicos Anónimos somos afortunados por el hecho de que constantemente se nos recuerda la necesidad de estar agradecidos y de cuán importante es la gratitud para nuestra sobriedad. Yo estoy verdaderamente agradecido por la sobriedad que Dios me ha dado por medio del programa de A.A. y me agrada poder devolver lo que libremente se me dio. Estoy agradecido no solamente por la sobriedad, sino por la calidad de vida que me ha traído mi sobriedad. Dios ha tenido la bondad de darme días sobrios y una vida dotada de paz y satisfacción, así como la capacidad de dar y recibir amor, y la oportunidad de servir a otros — en nuestra Asociación, en mi familia y en mi comunidad. Por todo esto, yo tengo “un corazón lleno de gratitud”.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
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Reflexión del día...
Con que facilidad me olvido de los días de actividad alcohólica, el despertar en lugares desconocidos, con personas desconocidas, sin tener la menor idea de como llegué ahí, sin saber dónde había quedado mi cartera, haciendo esfuerzos inútiles por recordar, con una terrible confusión mental, un martirio físico por la cruda y una tortura emocional que iba creciendo en la medida en que cedía el malestar físico. ¿Cómo iba a justificar una vez más el haber vuelto a beber? ¿Qué diría ahora? ¿Cómo explicar a los demás lo que yo mismo no podía entender?
Es una gran bendición haber podido parar un día. Es una gran bendición el haber podido encontrar un grupo, haber recibido la comprensión de gente que no me conocía pero que entendía lo que me pasaba mejor que yo, mejor que nadie. Que conocía mi historia desde antes que la contara.
Es una gran bendición encontrar en la comprensión, sinceridad y sencillez de mis compañeros el impulso que me permitió empezar a contar mi historia. Una historia de confusión, de vergüenza, de culpa, de resentimiento, de amargura, de una soledad terrible, de tristeza profunda, de fracaso, se simulación, de mentira, de errores, de un intenso cansancio de intentar y volver a fallar, de volver a tropezar con el mismo obstáculo.
Que fácil es olvidar dar gracias de que todo eso haya podido terminar...
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