lunes, 30 de marzo de 2020

Regreso a lo fundamental. Por el Dr. Bob

Regreso a lo fundamental
Por el Dr. Bob

Es gratificante sentir que uno pertenece y tiene una parte personal definitiva en el trabajo de una organización en desarrollo y espiritualmente próspera para la liberación de la humanidad alcohólica de un aprisionamiento mortal. Para mí, existe doble gratificación al darme cuenta de que, hace más de trece años, una Providencia divina que sabe todo, cuyos caminos deben ser siempre misteriosos para nuestras limitadas comprensiones, me llevó a «ver clara mi tarea» y contribuir con decente humildad, como han contribuido tantos otros, con mi parte, guiando los primeros trémulos pasos de la entonces infantil organización: Alcohólicos Anónimos.

El día de hoy es conveniente recrearnos en algo de retrospección referente a ciertos fundamentos. Mucho se ha escrito, mucho se ha dicho acerca de los Doce Pasos de AA. Estos principios de nuestra práctica y fe no se concretizaron de un día para otro ni luego se les ofrecieron a nuestros miembros como un credo oportunista. Nacidos de nuestros primeros intentos y muchas tribulaciones, ellos fueron y son el resultado del deseo humilde y sincero, buscando, por medio de la oración, la guía divina.

Tal como finalmente se expresaron y se ofrecieron, son simples en lenguaje, claros en su significado. También pueden ser trabajados por cualquier persona que tenga un deseo sincero de obtener y mantener la sobriedad. Los resultados son la prueba. Su simplicidad y forma práctica son tales que nunca han necesitado de interpretaciones especiales ni mucho menos de restricciones. Y cada vez se ha vuelto más claro que la calidad de la armonía en la vida que obtenemos es directamente proporcional a la seriedad con que intentamos seguirlos, literalmente, bajo guía divina dentro de lo mejor de nuestras capacidades.

Todavía no necesitamos contraseñas en AA. No nos une ninguna doctrina teológica. Ninguno de nosotros puede ser excomulgado ni lanzado a las oscuridades externas porque tenemos muchas mentes dentro de nuestra organización y unos estatutos de AA, sin frases como: «No harás...», que, desde luego, nos derramarían la bilis.

Echemos una mirada a nuestras Doce Tradiciones. No son expresiones casuales, basadas solamente en observaciones ligeras, por el contrario, ellas representan la suma de nuestra experiencia como individuos, como grupos, dentro de AA y similarmente con nuestros compañeros y otras organizaciones dentro de la gran fraternidad humana, protegida por Dios a través del mundo. Todas ellas son sugeridas; sin embargo, el espíritu con el que fueron concebidas amerita nuestra seria y devota consideración para que las tomemos como una guía para el individuo, el grupo y nuestros diferentes comités, locales y nacionales.

Hemos considerado también como una política sabia no idealizar a los individuos. Obviamente esto es sano. La mayoría de nosotros estará de acuerdo que cuando llegamos a la hora decisiva de admitir nuestros errores y rendir nuestras vidas y voluntades a Dios todopoderoso, tal como Lo concebimos, todavía teníamos escondidas algunas ideas, justificaciones y excusas personales. Teníamos que deshacernos de ellas, pero el ego del alcohólico no es fácil de destruir. Muchos de nosotros, debido a nuestra actividad, hemos recibido alabanzas no solamente de nuestros compañeros AA, sino de todo el mundo.
Seríamos realmente desagradecidos si fuésemos groseros cuando eso pasara; aun así, nos es tan fácil, probablemente de manera privada, llegar a ser vanidosos acerca de todo esto. Sin embargo, el acomodarnos y ajustarnos una aureola no debe ser para nosotros.
Todos hemos visto al compañero recién llegado que mantiene su sobriedad algún tiempo, principalmente debido al apadrinamiento. Luego, probablemente el padrino se emborracha, y ya sabemos lo que suele suceder. Sin un sostén humano, el nuevo compañero también se emborracha. Él ha estado ensalzando al individuo en lugar de seguir el programa.
Ciertamente necesitamos líderes, pero debemos considerarlos como los agentes humanos del Poder superior y no admirarlos inmerecidamente como individuos. En esto no podemos dejar de enfatizar los pasos Cuarto y Décimo: «Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos». «Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente». Ahí se encuentra el antídoto perfecto para el envenenamiento por aureola de santo.
Así es que el anonimato, si tuviéramos una bandera, esa palabra sería nuestro símbolo, como la rendición que el ego del individuo debe sufrir. Meditemos y grabemos en nuestra mente todo su significado y de esta manera aprendamos a mantenernos humildes, sencillos, siempre conscientes de que estamos eternamente bajo dirección divina.
Alcohólicos Anónimos se originó alrededor de una mesa de cocina en sus primeros días. Muchos de los grupos pioneros y algunas de nuestras más productivas reuniones y mejores planes han nacido alrededor de ese mueble modesto, con la cafetera disponible en la estufa.
Cierto, hemos progresado materialmente a mejores muebles y ambientes más cómodos. Sin embargo, la mesa de la cocina siempre nos debe satisfacer. Es el símbolo perfecto de la sencillez. En aa no tenemos gentes muy importantes ni tampoco los necesitamos. Nuestra organización no necesita ni grandes títulos ni edificios impresionantes. Así está planeada. Nos habla la experiencia cuando decimos que la sencillez es básica para conservar nuestra sobriedad personal y para ayudarle a aquellos que lo necesitan.
Nos hace mucho más provecho comprender y practicar cabalmente el significado de «tu seguro servidor», que hacerle caso a algo como: «Con 60 000 miembros, ustedes deberían tener una central administrativa de 60 pisos en Nueva York, con muchos especialistas para ayudarles a dirigir sus asuntos». No necesitamos esto para nada, y que Dios nos conceda el que aa se mantenga simple para siempre.
A través de los años, hemos probado y desarrollado técnicas apropiadas a nuestro propósito. Son completamente flexibles. Todos hemos visto y conocido milagros: la recuperación de individuos destrozados, la reconstrucción de hogares deshechos. Y cada vez ha sido el trabajo de Paso Doce, personal y constructivo, con una fe que siempre mira hacia arriba, la que ha hecho esto posible.
En una organización tan grande como la nuestra, es natural que hayamos tenido nuestra cuota de aquellos que no logran cumplir con ciertos mínimos y obvios niveles de conducta. Entre ellos se incluyen los que intrigan para obtener ganancias personales, estafadores insignificantes, ladrones de diferentes tipos y otros seres humanos defectuosos. Su número ha sido relativamente pequeño, mucho menor al de muchas religiones y organizaciones de mejoramiento social. Sin embargo, esto ha sido un problema y no ha sido fácil. Han hecho que muchos AA dejen de pensar y trabajar constructivamente durante un tiempo.
No podemos olvidar sus acciones; sin embargo, debemos conceder que después de haber actuado con cautela y precaución normales al tratar con este tipo de casos, los podemos dejar con tranquilidad en las manos de ese Poder superior. Déjenme reiterar que nosotros, los AA, somos muchos hombres y mujeres que pensamos de muchas maneras. Sería bueno para nosotros concentrarnos en la meta de nuestra sobriedad personal y trabajo activo. Nosotros, como humanos y alcohólicos, al hacer un inventario moral estricto, debemos confesar, al menos en una pequeña cantidad, nuestro instinto de ser deshonesto. Difícilmente podemos atribuirnos los papeles de jueces y verdugos.

¡Trece años! ¡El haber sido parte de ello desde el comienzo, ha sido verdaderamente gratificante!

Publicado en Plenitud aa, número 71, octubre de 1994, páginas 54-55; Plenitud aa, número 133, (ca) febrero de 2005, páginas 22-25. 

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